23/9/09
Nos trasladamos...
5/8/09
5/6/09
Chutney
Disfrutar de una rica elaboración gastronómica condimentada con chutney es otorgar al paladar la embriaguez de distintos sabores. El chutney es un condimento agridulce que se elabora con frutas o verduras cocidas en vinagre con fuertes especias y azúcar, proporcionando a las carnes un sabor verdaderamente original.
Nosotros podemos elaborar chutney en nuestra propia casa, tan sólo tenemos que realizar una adecuada combinación de algunas especias como el clavo, la mostaza o las guindillas con una mezcla de frutas cocidas en vinagre con azúcar. Cada variedad de chutney es ideal para un determinado plato al que se le confiere un atractivo e intenso sabor.
No existe una receta concreta para elaborar el chutney, por esta razón, en su denominación se suele acompañar con el nombre del ingrediente base, chutney de tomate, de mango, de papaya, etc. podemos optar por una gran variedad de elaboraciones adecuadas para todos los gustos.
21/5/09
Parte de la última sesión
Sí que os avanzo que hemos decidido una lectura veraniega, por cuyo volumen no hemos propuesto para las clases: Hijos de la medianoche de Salman Rushdie. Aunque todavía no nos han comunicado nada sobre qué pasará el año que viene con nuestro club, creo que es una propuesta muy interesante para todos. Recientemente se ha reeditado en Mondadori, además de que existen ediciones en bolsillo a partir de la original en Alfaguara.
Por último, se estaba tramando hacer alguna actividad más lúdica (aún) tras la sesión del jueves, y María José hizo un ofrecimiento tentador… Así que quienes podáis, venid con disposición para lo que sea.
18/5/09
Adiós a Mario Benedetti
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
14/5/09
Vaya coñazo que he "soltao"...
Para quienes no habéis estado, tal vez sepáis ya que el cierre y fin de fiesta de lecturas lo protagonizará un clásico de nuestras letras: Nada, de Carmen Laforet. Hay ediciones por doquier, pero la más habitual es la de Destino. Por otra parte, existe la posibilidad de que no pueda asistir el jueves próximo, por lo que os informarán convenientemente de si finalmente la sesión tiene lugar el miércoles 20.
Y aprovecho para adjuntaros dos enlaces: el primero, a la reseña que hemos mentado de Juan Manuel de Prada en ABCD sobre la última obra aparecida en Lumen de Toni Morrison. Naturalmente, como crítica es absolutamente válida, pero su lectura nos ilustrará sobre lo que hemos comentado.
http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=11907&num=902&sec=32
El segundo es una de las "perversiones" que también ha sido mencionada en la sesión: la parodia de dos de nuestros escritores más preclaros en un programa no apto para todos los públicos, cuyo humor requiere preparación si no lo habéis visto nunca. Allá va...
http://muchachadanui.rtve.es/arturo-perez-reverte-presenta-muchachada-nui.html
3/5/09
Día de la madre
2/5/09
Gándara y Berger
8 de abril de 2009.- 'De A para X', el libro de John Berger (Alfaguara), es una historia de amor, del amor bueno, verdadero y bello que puede (quizá deba) darse en este tiempo de singular pobreza anímica, de miseria humana y de impotencia. Por tanto, no es una historia de amor entre dos individuos psicológicamente obcecados, empeñados en mirar el mundo a través de su único y reducido objeto de pasión, sino de amor entre dos que da lugar al amor por el mundo, por la vida de los otros, por la vida en general con su numerosa cohorte de placeres y desdichas, de eternidad y olvido, de elevación y desgracia. Y también es una historia, por causa de ese amor por lo que existe y que suma mucho más que dos, de negación y de rechazo de todo lo que mata la vida: la persistente catástrofe en que vive una gran parte de la humanidad, la injusticia que se oculta en los grandes ideales vendidos y saqueados a diario, la ceguera de quienes lo aceptamos todo.
El otro amor, el de los sujetos irremisiblemente fundidos, dependientes y gimientes según su ventura y desventuras, patrocinándose mutuamente una justificación de su existencia (cuando no una sociedad comercial en torno al contrato de familia) y proporcionándose el calor que proporcionan los erizos cuando se juntan, no solamente no vale, sino que es indigno, pues en última instancia no sirve más que para perpetuar la venda en los ojos. Y además para nada: sólo para hacerse un poco de daño más tarde o más temprano.
El amor ha decaído tanto, se ha vuelto tan instrumental para los fines globales de la impudicia, que no es extraño que se difunda masivamente por los altavoces del orbe, y que no haya literatura o expansión sentimental que no contengan esa escuálida peripecia de la parejita que dice que se ama y que dramatiza sus dificultades y sus éxitos entre dos mojitos o dos perritos calientes, cámaras y guión mediante.
El libro de Berger, apoyado sobre todo en la voz epistolar de la mujer que espera a su amante condenado a dos cadenas perpetuas consecutivas (por motivos que no acaban de explicitarse y me temo haya que metaforizar más allá del terrorismo), muestra el sustento de la vida en la desgracia, los detalles que dan el latido a la existencia, la eternidad que se cobija en lo pequeño. Ella también es una activista de algún tipo, pero lo que importa es su rechazo a la miseria concreta y universal que se extiende por todas partes. No está contra todo, sino a favor de algo. Es ese 'a favor' lo que hace de ella una militante, un ser humano y una amante. O sea, lo que la compromete en su acción: no la negación o el rechazo que funciona como salvaguarda y que, como sabemos por experiencia de generaciones, suele concluir en retórica de pusilánimes dictando sentencia en su sillón de orejas, en la oficina o en la fábrica.
La voz del condenado son apenas notas a pie de página de las misivas de la mujer, de carácter político y de denuncia, dotadas siempre de cierto estremecimiento íntimo (más allá del dogma), aunque inevitablemente tocadas de algún economicismo ingenuo, de alguna hipnosis política falta de documentación y de conocimiento que, debe decirse, apenas importan, visto el panorama que a menudo nos negamos a ver.
En fin, el libro no es perfecto, pero como el propio texto admite "lo que se hace querer es lo imperfecto". De modo que es un libro querible, y de eso es precisamente de lo que estábamos hablando.
1/5/09
Apuntes del día del trabajador
30/4/09
Crimen y castigo: apuntes
-Concepto de superhombre: precedente de Nietzsche -> vínculo con personajes románticos (Julian Sorel), frente a la inacción.
Precedente en la obra de Dostoievski: Memorias del subsuelo (personaje huraño y marginado, modelo de aislamiento y cinismo). En esta ocasión, se transforma en un personaje vital que actúa, lo que acarrea las consecuencias inversas.
-Elementos autobiográficos: Importancia de su estancia en presidio. Problemas de salud y familiares.
Adquisición de una idea de virtud regeneradora a través del dolor y la vida sociable del penal.
-Motivos del asesinato:
a) llevar a la práctica la teoría del superhombre
b) Motivos meramente pecuniarios
c) Motivos familiares afectivos: mata para evitar condenar a su madre a la pobreza y a su hermana a la prostitución, convirtiéndose así en mártir.
-Moral biológica: acelera un proceso natural. Sade, Darwin (selección natural) > restablecer el orden de la Naturaleza.
-Justificación: todo el mundo vierte sangre, y los que lo han hecho de una manera más brutal son los que han hallado gloria (conversación con Dunia).
-¿Es más criminal Raskólnikov o la usurera?: degradación moral, obliga a los demás a cometer acciones vejatorias (desde la humillación inicial a la necesidad de prostituirse o, como Rodino, convertirse en asesino). Además, su vida es una prolongación insultante frente a la de niños y jóvenes que mueren sin recursos, que ella acumula evitando que sirvan para favorecer a la sociedad.
“No era un piojo, era un ser humano” (Sonia): ¿lo era?
Rodion = Cristo heterodoxo y romántico (de su pecado nace la santidad)
Preterición del bien personal en favor del social.
Desde el primer momento sabe que sus actos tendrán consecuencias: pasión.
Presidio: Muerte y resurrección redimido de los pecados.
El amor está presidido por la castidad, la piedad y el amor fraternal (“No me inclino ante ti, sino ante todo el dolor humano”).
Sonia = Magdalena.
Marmeladov: bebe poara sufrir más intensamente su pena: la autodestrucción como forma de expiación.
-El criminal y la prostituta ante la lectura de la Biblia.
-Otras consecuencias de la injusticia social: Alcoholismo (Marmeládov); prostitución (Sonia); locura (Katerina Ivanovna) -> ¿Es peor la cárcel?
-La novela como lectura:
¿Lastrada demasiado por el contenido simbólico?
¿Lastrada demasiado por el contenido panfletario sobre los problemas sociales?
Apreciaciones de Vladimir Nabokov
Aunque una primera lectura de la novela puede fascinarnos, Nabokov encuentra que existen una serie de taras que la convierten en una novela mucho menos brillante de lo que habitualmente se cree. En concreto, el gran fallo (ético y estético) para el escritor ruso radica en el episodio en que Rodion descubre, junto a Sonia, el Nuevo Testamento, y especialmente en el triángulo asesino – prostituta – Biblia. Asimilar, bajo el concepto de cristianismo, a una asesino con una prostituta, esta última redimida ya desde la época de Jesús desde la moral religiosa, se convierte en una triquiñuela sentimental y niega el pathos con que quiere dotar a la novela.
Además, en un joven dotado de virtudes físicas e intelectuales, Nabokov, tras repasar los motivos de su actuación, encuentra una motivación que tilda de fascista. El tránsito de los valores elementales de la sociedad hacia el encomio de la tiranía napoleónica no encuentra justificación, al menos convincente, en el retrato psicológico del personaje.
Finalmente, no encuentra una buena justificación al hecho de que el crimen deba ser redimido públicamente, especialmente cuando se trata de un personaje el que lo comete a quien tilda de neurótico: no puede haber una profundidad ideológica en alguien de extracción social baja, aunque tampoco sería viable ni creíble si no perteneciese a ese estrato social. La crítica al materialismo queda puesta en entredicho, y no es factible aceptar la redención moral a través del sufrimiento físico que para Rodion parece ser inapelable.
29/4/09
Erri de Luca
Miguel Mora
Babelia
Militante revolucionario y ex obrero de Fiat, Erri de Luca es un tipo misterioso. Tiene cara de lord inglés, pero es napolitano y viste como un agricultor. Traduce obras del hebreo antiguo y del yiddish, pero asegura que tampoco es judío y que lo aprendió para leer la poesía de primera mano. Su cara de no haber roto un plato encubre un pasado agitado y comunista: fue militante revolucionario en Lotta Continua, y dice no arrepentirse en absoluto de haber vivido "el tiempo en que los obreros follaban". Sus manos enormes y curtidas remontan también a ese momento: él mismo fue obrero en Fiat (montaba motores de camiones), y albañil, aunque sostiene que llegó tarde a la fiesta.
Hoy, a los 58 años, De Luca es un escritor, poeta y cuentista fuera de normas y etiquetas con títulos como Aquí no, ahora no y Montedidio. Alpinista ocasional, vive en el campo, cerca del lago de Bracciano, a 50 kilómetros de Roma. Su última novela encabeza la lista de los libros más vendidos del país. Es El día antes de la felicidad (Siruela). Es un relato sencillo y poético, con toques de historia y de humor napolitanos. Narra la educación sentimental de un joven huérfano, que crece en los años sesenta protegido por un portero de finca. Don Gaetano, sabio y memorioso, le explica cómo escondió a un judío durante la ocupación nazi, cómo fue la revuelta y la liberación. Mientras le escucha, el héroe va forjándose un carácter; el amor y el futuro los encontrará lejos.
La protagonista es Nápoles, ciudad de la que De Luca se largó a los 18 años. Hoy ha bajado a Roma, y llega antes de la hora a su café preferido de Piazza del Poppolo.
PREGUNTA. ¿Se siente italiano o napolitano?
R. Como escritor y hablante, vivo en la lengua italiana. La lengua italiana es mi patria, pero no tengo sentimientos patrióticos respecto a mi país. Si suena el himno no se me acelera el pulso, con la bandera tampoco. Pero la lengua me gusta. Nací y crecí en napolitano y me convertí en un escritor en italiano. No soy un escritor italiano, sino en italiano. Acabé dentro de la lengua de mi padre.
P. ¿Cambió de patria?
R. De lengua. Mi padre pretendía que en casa hablásemos italiano sin acento. La mamma hablaba en napolitano. Ella era el lugar, era Nápoles.
P. Sé que murió hace unos días y vivía con usted. ¿Tenían buena relación?
R. Una relación tardía, adulta, pero buena, fuerte. Vinieron los dos a vivir conmigo porque no les llegaba el dinero.
P. ¿Cómo era Nápoles cuando se fue?
R. Una ciudad del sur del mundo. Tenía la más alta mortalidad infantil y la más alta densidad de Europa, vivíamos apezuñados. Era una ciudad tomada por los americanos, la sede de la VI Flota, y estaba siempre abierta y vendida para las salidas de los miles de militares americanos, que eran la mayor fuente de renta. Vendida porque, si cometían un delito, respondían ante sus jueces militares. Era una ciudad entregada. Se parecía a Manila, a Saigón...
P. Una colonia...
R. Con toda la ilegalidad secundaria que eso comporta. Era el mayor burdel del Mediterráneo y el centro del contrabando europeo. Hoy es uno más entre tantos matices del norte, aunque sigue siendo una ciudad poco italiana, más bien española. Los españoles estuvieron mucho tiempo y se hicieron napolitanos. Los reyes que triunfaban hablaban el dialecto. Nápoles es anárquica y monárquica. Siempre le gustó tener un rey para los domingos. Los otros seis días le gusta estar a su aire y que el rey deje hacer.
P. ¿La Camorra es española o americana?
R. La palabra es española, la práctica es toda nuestra. Nada que ver con la Mafia, no tiene unidad de mando. Son 200 familias que se reparten el terreno en pequeños trozos, en permanente bronca entre ellas. Por eso es ingobernable. Existía con los españoles, se adaptó a los americanos, y cuando se fueron los americanos se volvió a adaptar.
P. ¿Quién le contó la ocupación nazi?
R. Mi madre. La historia la contaban las mujeres porque los hombres o estaban en el frente o en la cárcel o emboscados. Nápoles fue la ciudad más bombardeada de Italia. En ese momento en que se preparaba la batalla militar entre los alemanes y los norteamericanos surgió la insurrección, por pura acumulación de tensión. Fue una mezcla de pequeñas historias.
P. ¿Alguna heroica?
R. En Nápoles no gustan los héroes. Siempre reducimos las historias heroicas, las deformamos, les quitamos importancia. Fue una combinación de miedo, cotilleos y cosas cómicas. Todo junto les hizo vencer.
P. ¿Por qué contó la historia a través de Don Gaetano?
R. Porque uno escucha a las mujeres pero aprende de los hombres. Las mujeres son la fuente de información, pero la herencia es un acto masculino, paterno. Es el padre el que transmite y entrega la pertenencia a un lugar. A través de ese relato masculino el chico se da cuenta de no ser un huérfano sino el hijo de una ciudad de la que debe aprender a marcharse.
P. ¿Nápoles es padre o madre?
R. En mi caso fue una ciudad-causa. Fui consecuencia de ella, me transmitió una precisa educación sentimental nerviosa. Aprendí los sentimientos constitutivos del hombre, la cólera, la compasión y la vergüenza. Y me templó el sistema nervioso una octava por encima de lo normal. En eso Nápoles se parece a Jerusalén. Tiene esa misma tensión nerviosa. Disimula, no quiere escrutarte, finge ignorarte, pero en realidad te percibe con todos los demás sentidos, con el olfato, las orejas, la vibración del cuerpo...
P. ¿Sintió pena al irse?
R. Me despegué como pude. Tenía encima una mole que me expulsaba. Me arranqué como un diente de una encía. Luego no pude reimplantarme en ningún sitio. Cuando me fui supe que no volvería, pero allí no podía seguir. Estaba solo. Luego encontré a mi generación en la calle, rebelde primero y revolucionaria después, y ahí sentí otra pertenencia, en vez de a un lugar, al tiempo. Soy un producto del tiempo, del 900.
P. Y de la revolución fallida.
R. Fui revolucionario a tiempo completo todo el decenio de los setenta. Milité en Lotta Continua hasta 1976, y cuando acabó me hice obrero y seguí solo. Fue la herencia del tiempo, y hoy lo veo con lealtad. No me gusta la nostalgia, pero soy leal con las razones de aquel tiempo. Pienso que aquel hombre joven que fui reconocería en mí a la continuación de sí mismo. Quiero pensarlo.
P. ¿Hizo la cosa justa?
R. Cuando las cosas hay que hacerlas, justo o injusto, no hay elección.
P. Pero no tomaron el poder.
R. Era una revolución rara. Era más cuestión de entorpecer al poder y hacer crecer a la sociedad. No fue inútil. Fue necesario, y dio resultados. No en las vidas personales, ahí lo pagamos caro porque fuimos la generación más encarcelada de la historia, incluida la que vivió el fascismo.
P. ¿Usted hizo cárcel?
R. Poca y muy temprano, en 1968 o 1969.
P. ¿Y lucha armada?
R. Prefiero no contestar. Pero toda revolución prevé recurrir a las armas.
P. ¿Defiende todavía el 68?
R. La historia la escriben los vencedores, no los condenados. El 68 fue sólo el momento de la salida, la campana que sacó a los estudiantes de clase. Era el periodo en que los obreros follaban. Ser obrero era una posición social de prestigio. Eran un punto de referencia. La vanguardia. Tenían poder y encanto.
P. ¿Usted folló mucho?
R. Yo no, me hice obrero tarde. Y entonces no teníamos derecho al amor, el amor era... un pretexto para retirarse.
P. ¿Fue una guerra civil?
R. No desde el punto de vista de las pérdidas pero sí de las condenas: 5.000 condenados por banda armada. No existía la responsabilidad individual. Por eso esa generación hizo los hijos muy tarde. Yo ni eso, porque soy estéril como un mulo. Muchos compañeros míos se mataron con la heroína para ajustar cuentas rápido. Y unos pocos se hicieron periodistas o cambiaron de chaqueta.
P. ¿Usted ajustó las cuentas?
R. Hay todavía prisioneros, las cuentas sólo están suspendidas.
P. ¿Y no piensa que Berlusconi es en parte consecuencia de esa lucha?
R. No, es la alegre consecuencia de que hemos pasado de ser un país de emigrantes a un país de propietarios de casas, primera y segunda. Italia es un país de nuevos ricos, con todos los tics del nuevo rico. Por eso elige como primer ministro al más rico, como presidente de la República, a un ex dirigente del Banco de Italia, y como opositor, a un profesor de economía. Italia ha idolatrado la economía, sólo piensa en el dinero. Es como Suiza, pero con más gente.
18/4/09
En abril, novedades mil (III)
En abril, novedades mil (II)
Otro de ellos, pero que sin duda no requerirá de más propagandas, es la nueva “novela” de Javier Cercas, Anatomía de un instante, también de contundente recorrido. Aquí sí que podéis acceder a las primeras páginas, en que Cercas expone su intención de no hacer una novela convencional, sino una suerte de crónica de los hechos del 23 F, a modo de thriller. Revisión histórica y genérica para quien ya bregó con ambos aspectos en Soldados de Salamina.
http://www.randomhousemondadori.es/me_gusta_leer/Libros/A/Anatomia-de-un-instante-ES/Anatomia-de-un-instante
Ignacio Martínez de Pisón es otro de los valores seguros que se han labrado un reconocimiento (y un huequecito en nuestro club por razones más personales), y que ha bassado la fuerza de su narrativa en la revisión de nuestro pasado reciente. Como Dientes de leche, aparece en Seix Barral su colección de cuentos Aeropuerto de Funchal, algunos de ellos inéditos, y que la crítica tilda de “chejovianos”. Lo comprobaremos.
En breve, añadiremos a la lista dos novelas: la nueva de Andrés Trapiello, Los confines, basada en una relación de infidelidades que promete pasión a borbotones, y la novela ganadora del premio Primavera de Alfaguara, El viajero del siglo. Ya os he contado mi opinión sobre Neuman, joven autor nacido en Argentina pero cuya extensa obra se ha gestado en España, con lo que no abundaré más, y ya hablaremos en cuanto tengamos la novela en nuestras manos.
Y para quienes estéis de humor y en los madriles, como los últimos años llega el día del libro “La noche de los libros”, en que se puede fatigar los estantes de las librerías hasta la medianoche y de paso se organizan por doquier actividades culturales relacionadas con ese conjunto de hojas escritas que se ha dado en llamar libro y al que algunos tenemos la suerte de dedicar nuestro tiempo.
17/4/09
En abril, novedades mil (I)
Sándor Márai publicó esta novela cuando tenía treinta años y acababa de regresar a Hungría. Aunque ya era conocido como escritor de talento, Los rebeldes causó un gran impacto y acabó de consagrar a su autor, que iniciaba entonces uno de sus períodos creativos más intensos y fecundos. En 1988, casi al final de su vida, Márai aceptó revisar el texto original para que su editor húngaro la publicase en Canadá con los restantes volúmenes del ciclo de la dinastía de los Garren —Los celosos y Los ofendidos—, conjunto que el propio autor consideraba su obra magna.
Shunsuké, un famoso escritor sexagenario, se siente atraído por la extraordinaria belleza de un joven homosexual, Yuichi. Lo ha conocido por medio de Yasuko, una joven de la que está enamorado, pero que no le corresponde ya que se siente atraída por Yuichi sin conocer sus inclinaciones. Tras la aparente estabilidad emocional de Shunsuké se esconde una vida atormentada con terribles fracasos sentimentales y altísimas cotas de misoginia a la que da rienda suelta en un diario que nunca verá la luz.
La novela de Jack Kerouac En la carretera ha tenido tal influencia que hasta en un anuncio de hace unos meses de coches se hacía referencia a este libro y se leía un pasaje como ejemplo de frescura y libertad que asumía la marca (disculpadme, no recuerdo cuál). Pues bien, llega una nueva traducción, ahora sobre el rollo en el que al parecer su autor la escribió, y en el que no tuvo cuidado de camuflar los nombres de los aludidos, ni siquiera el suyo propio, lo que sí sucedía en la edición accesible hasta ahora. Anagrama, quien ya ha recuperado a otros autores beat (hace no demasiado llegaban los Aullidos de Ginsberg), es quien nos trae esta obra esencial de la narrativa norteamericana.
Bloom y Crimen y castigo
Crimen y castigo
Raskolnikov, un estudiante resentido, juega con la terrible fantasía de matar a una vieja avarienta y usurera que lo explota. La fantasmagoría se vuelve realidad con el asesinato, no sólo de la vieja sino también de su hermanastra. Una vez cometido el crimen, el destino de Raskolnikov lo lleva a encontrarse con los tres personajes capitales de la novela. La primera es Sonia, una muchacha angelical y piadosa que se sacrifica como prostituta para mantener a sus míseros hermanos. Otro es Porfiri Petróvich, un perspicaz juez de instrucción que es el paciente némesis de Raskolnikov. El más fascinante es Svidrigáilov, monumento al solipsismo nihilista y la lujuria fría.
En los intrincados movimientos de la trama, Raskolnikov se enamora de Sonia, poco a poco se da cuenta de que Porfiri lo sabe culpable y cada vez más descubre en el brillante Svidrigáilov su propio potencial de degradación. El lector llega a comprender que Raskolnikov está profundamente dividido entre el impulso de arrepentirse y la convicción de que su ser napoleónico necesita expresarse con plenitud. También en Dostoievski hay una división sutil, ya que Raskolnikov no se desploma en el arrepentimiento hasta el epílogo de la novela.
Ciento treinta años después de su publicación, Crimen y castigo sigue siendo la mejor novela de asesinato que se ha escrito. Hay que leerla - y poco cuesta, absorbente como es - porque, como Shakespeare, nos altera la conciencia. Aunque muchos rechacen el nihilismo de las grandes tragedias shakesperianas de sangre - Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth -, esas obras son el origen innegable de los grandes nihilistas de Dostoievski: el Svidrigáilov de Crimen y castigo, el Stavroguin de Los demonios y el padre de Los hermanos Karamazov. Nunca sabremos en qué creía (o de qué descreía) realmente Shakespeare; sabemos en cambio que Dostoievski se hizo clerical reaccionario a un extremo casi inconcebible. En cuanto a Crimen y castigo en particular, deberíamos seguir el adagio de D.H. Lawrence: Confía en el relato, no en el narrador.
Dostoievski creía en un cristianismo aún por venir: un tiempo en que todos nos amemos sin egoísmo y nos sacrifiquemos por los otros como lo hace Sonia en Crimen y castigo. En esa fase cristiana, más allá de la civilización como la conocemos ahora, ¿podrían escribirse novelas? Es de presumir que no las necesitaríamos. Tolstoi, que quería que Dostoievski fuera el Harriet Beecher Stowe de Rusia, insistía en valorar La cabaña del tío Tom por encima de El rey Lear.
Dostoievski, esencialmente un trágico - no un moralista épico - no estaba de acuerdo con Tolstoi. A veces cavilo que a los veintitrés años Dostoievski dejó el ejército ruso para seguir la carrera literaria y Rodión Raskolnikov tiene la misma edad el espantoso verano en que, para agrandar la visión napoleónica de su yo, mata gratuitamente a dos mujeres. Hay una afinidad sumergida entre la negativa de Raskolnikov a desviarse de su autoestima y la búsqueda heroica de Dostoievski en pos de la escritura de ficciones eternas, búsqueda que culmina en Los hermanos Karamazov. Raskolnikov acaba por arrepentirse (en el poco convincente "Epílogo" de la novela) al rendirse por completo a la magdaleniana Sonia - esperanza de ascenso, a lo Lázaro, de la muerte a la salvación.
Pero, como su recalcitrante carácter trágico está ligado inextricablemente a la pulsión heroica de Dostoievski por componer grandes tragedias, es improbable que su tardía humildad cristiana persuada al lector. Dostoievski es soberbio en los comienzos y asombroso en los desarrollos medios, pero extrañamente débil en los finales; cuando uno esperaría que el temperamento apocalíptico debería hacerlo experto en cuestiones últimas.
Los lectores abiertos a la oscuridad de la experiencia en Crimen y castigo podrán ponderar bien, no sólo la escisión de Raskolnikov, sino la fisura abierta en Dostoievski; y acaso concluyan que si éste es reacio a transformar completamente a Raskolnikov en un ser redimido es por una recalcitrancia de orden más dramático que moral - religioso.
Las obras que presentan nihilistas abrumadores como Svidrigáilov o Yago no se condicen con el final feliz. Cuando yo pienso en Crimen y castigo, en seguida me viene a la mente Svidrigáilov, y la explicación que da al apretar el gatillo suicida me produce un escalofrío: "En marcha hacia América." Éste es el post - nihilista (con el mero nihilismo no alcanzaría) que dice a Raskolnikov que la eternidad existe; es como la mugrienta casa de baños del campo ruso, infestada de arañas. Después de haberlo visto enfrentarse con la cosa auténtica en Svidrigáilov, encarnación de la Vía a la Miseria, podemos perdonar a Raskolnikov cuando anhela una visión más consoladora, crea en ella o no.
A mi parecer hay una afinidad real entre Raskolnikov y el asesino Macbeth, como la hay entre Svidrigáilov y el Edmund de El rey Lear, otro sensualista frío. Nacido en 1821, Dostoievski asocia más abiertamente al perturbador Svidrigáilov con Lord Byron, a quien popularizara en Rusia el poeta nacional Pushkin - antecesor asimismo de Dostoievski y Turguéniev en la simpatía por Shakespeare. La lascivia criminal de Svidrigáilov, excitada en particular por las niñitas, es una degradación de las inclinaciones de Edmund y de Byron. Sin embargo Raskolnikov - aunque por demás alarmante - está muy lejos de Svidrigáilov, del mismo modo que el asesino pero comprensivo Macbeth es más un villano - héroe que un par de Edmund y Yago.
Dostoievski emula a Shakespeare al identificar la imaginación del lector con Raskolnikov; de modo parecido nos usurpa la imaginación Macbeth. Porfiri, el juez de instrucción que brillantemente tortura a Raskolnikov con la incertidumbre, se presenta como cristiano, pero está claro que disgusta a Dostoievski, que considera al némesis de Raskolnikov como un "mecanicista" influido por Occidente, un manipulador de la ya torturada psicología del protagonista. Sonia se encuentra espiritualmente más allá del lector, en la dimensión trascendente, mientras que el siniestro Svidrigáilov lo excede en el modo demónico. No tenemos más refugio que la conciencia de Raskolnikov, tal como tenemos que viajar con Macbeth al corazón de sus tinieblas. Puede que nosotros no matemos ancianas ni monarcas paternales, pero puesto que somos en parte Raskolnikov o Macbeth, acaso en ciertas circunstancias lo haríamos. Como Shakespeare, Dostoievski nos hace cómplices de los asesinatos de su villano - héroe. Tanto Macbeth como Crimen y castigo son tragedias auténticamente aterradoras que no nos purgan de la piedad, no digamos ya del miedo. Invirtiendo la sociomédica idea aristotélica de la catarsis, según la cual la tragedia nos libera de emociones que no conducen al bien público, Shakespeare y Dostoievski ejercen sobre nosotros designios más oscuros.
Es por esta participación en el carácter sublime de Macbeth que Crimen y castigo trasciende el efecto de deprimirnos, aun si nos conduce por un insalubre verano de San Petersburgo durante el cual una fantasmagoría de pesadilla se vuelve realidad. Cada muro que miramos parece de un amarillo detestable, y el horror de la metrópoli moderna es retratado con una intensidad que rivaliza con Baudelaire o con Dickens en sus momentos menos afables. Empezamos a sentir que en el San Petersburgo de Raskolnikov, como en la embrujada Escocia de Macbeth, también nosotros podríamos cometer crímenes.
La cuestión de cómo leer Crimen y castigo se convierte pronto en una pregunta precisa: ¿cuál es la causa de que Raskolnikov se vuelva asesino? Una vez más como Macbeth, está repleto de buenas cualidades; sus impulsos son en lo esencial decentes, por cierto humanos. Me asombra que el eminente novelista moderno italiano Alberto Moravia haya visto en Raskolnikov un precursor de los comisarios stalinistas, que eran más conocidos por oprimir a otros que por atormentarse a sí mismos. Lo mismo que Svidrigáilov, su parodia demónica, Raskolnikov se autocastiga; el masoquismo que practica es absolutamente incompatible con el profeso deseo de ser un Napoleón. En cierto sentido, Raskolnikov mata para descubrir si es o no un Napoleón en potencia, aunque tiene sobradas razones para creer que no lo es ni por asomo. Quizá sea más profunda la feroz culpa de Raskolnikov, que precede a los crímenes. De que lo suyo sea una versión grosera de la voluntad - de - sufrir de Sonia tengo serías dudas. Tampoco es un doble pasivo de Svidrigáilov, cuyo sadismo malevolente es una máscara para "marchar a América", esto es, para suicidarse. Parece imposible distanciar a Raskolnikov de Dostoievski, que a los veintiocho años soportó ocho meses de prisión solitaria por haber sido parte de un grupo extremista. Bajo sentencia de muerte, sus compañeros y él recibieron el indulto cuando ya se hallaban ante el pelotón de fusilamiento. Siguieron cuatro años de trabajos forzados en Siberia, en el curso de los cuales Dostoievski se hizo monárquico reaccionario y devoto fiel de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Raskolnikov va siete años a Siberia, leve sentencia por un doble asesinato, pero ha confesado los crímenes y el tribunal lo ha declarado demente al menos en parte, sobre todo en el momento del acto. No veo cómo un lector común y abierto podría atribuir con mediana certeza algún motivo a las transgresiones de Raskolnikov, en cualquiera de los sentidos corrientes de la palabra motivo. La malignidad, hondamente arraigada en Svidrigáilov - como en Yago y Edmund - tiene escaso lugar en las psiquis de Raskolnikov y Macbeth, lo cual hace sus caídas aún más aterradoras. Tampoco progresamos mucho buscando en Raskolnikov y Macbeth el Pecado Original. Ambos sufren de imaginaciones poderosamente prolépticas o proféticas. En cuanto perciben que una acción potencial será un avance para la personalidad, dan el salto y experimentan el crimen como si ya lo hubieran cometido, con toda la culpa consiguiente. Con una imaginación tan potente, y una consciencia tan culpable, el asesino real es apenas una copia o una repetición, un auto - agresor que lacera la realidad, aunque sólo para completar lo que en cierto modo ya se ha hecho.
Absorbente como es Crimen y castigo, resulta imposible limpiarla de tendenciosidad, el invariable defecto de su autor. Dostoievski es un sectario, y en todo lo que escribe deja explícita su feroz perspectiva. Lo que se propone es levantarnos, como a Lázaros, del nihilismo o el escepticismo y convertirnos a la Ortodoxia. Escritores tan eminentes como Chéjov y Nabokov han sido incapaces de soportarlo; no lo consideraban un artista sino un estridente pseudoprofeta. Para mí, cada relectura de Crimen y castigo es una experiencia terriblemente poderosa pero un tanto nociva; casi como si fuese un Macbeth compuesto por el propio Macbeth.
Raskolnikov nos lastima (como nos lastima Macbeth) porque no podemos desatarnos de él. A mí Sonia me parece del todo insufrible, pero ni Dostoievski tenía el poder de crear una santa cuerda; lo que siento ante ella es crispación. Pero es extraordinario que Dostoievski haya podido darnos dos personajes secundarios tan nítidos como Porfiri, el juez de instrucción que es el poderoso oponente de Raskolnikov, y el asombrosamente plausible Svidrigáilov, cuya fascinación no se agota nunca.
Porfiri, investigador consumado, es una especie de pragmático y un utilitarista; cree que mediante el ejercicio de la razón puede alcanzarse el mayor bien para la mayoría. Supongo que cualquier lector, incluido yo, preferiría cenar con Porfiri que con el peligroso Svidrigáilov, pero sospecho que Dostoievski habría preferido al segundo. En un juego de espera de hermosa composición, Porfiri se compara sin ningún reparo con una vela, y a Raskolnikov con la polilla que vuela alrededor:
- ¿Y si huyo, qué? - preguntó Raskolnikov con una sonrisa extraña.
- No huirá usted. Huiría un campesino, o un disidente moderno, cualquier lacayo
de ideas ajenas, porque a esos basta con enseñarles la punta del dedo, como al
Grumete Obediente, para que el resto de sus vidas crean lo que uno quiera. Pero
usted, que ya no cree ni en su propia teoría, ¿por qué iba a huir? ¿De qué le
valdría ocultarse? La vida del fugitivo es larga y odiosa, y lo que usted más
necesita es una posición y una existencia definidas, y una atmósfera adecuada.
¿Qué clase de atmósfera tendrá si escapa? Huya y verá como acaba regresando
de usted mismo. No puede seguir adelante sin nosotros.
Este es un momento merecidamente clásico en la historia de la "novela detectivesca": difícil encontrar algo más sutil que el "No puede seguir adelante sin nosotros" que la vela Porfiri asesta a la polilla Raskolnikov. Uno siente que incluso el soberbio Chéjov se equivocaba; subestimar a Dostoievski es riesgoso, incluso cuando no se le tiene ninguna estima.
Más riesgoso y aún más memorable es Svidrigáilov, nihilista auténtico y extremo final de lo que podría llamarse vía shakesperiana en Dostoievski (si añadimos al Stavroguin de Los demonios). Svidrigáilov es un personaje tan fuerte y raro que ante él casi me retracto de haber acusado a Dostoieveski de tendencioso. Raskolnikov se enfrenta a Svidrigáilov, que persigue a Dunya, hermana del protagonista. He aquí a Svidrigáilov hablando de la mujer que lo rechazará ahora y siempre:
Pese a la sincera aversión que Avdotia Romanovna me tiene, y a mi aspecto permanentemente sombrío e intimidatorio, al fin se apiadó de mí; se apiadó de un alma perdida. Y desde luego que cuando su corazón empieza a sentir piedad por un hombre, una muchacha se encuentra en grave peligro. Le da por querer "salvarlo", hacerlo entrar en razón, educarlo, ponerle delante metas nobles y despertarlo a una nueva vida y nuevas actividades... Bien, todos sabemos lo que se llega a soñar en esas circunstancias. Yo comprendí enseguida que el pájaro había volado al nido de la voluntad propia y a mi vez puse en marcha los preparativos. Da la impresión de que frunce usted el ceño, Rodión Romanóvich. Descuide. Como bien sabe, el asunto no llegó a nada. (¡Demonios, qué cantidad de vino estoy bebiendo!) Sabe, desde el comienzo mismo me pareció una pena que el azar no hiciera nacer a su hermana en el segundo o tercer siglo de nuestra era, como hija de un príncipe cualquiera o de un gobernador o procónsul de Asia Menor. Sin duda habría sido una mártir, y por supuesto habría sonreído mientras le quemaban los pechos con pinzas al rojo vivo. Pienso que hasta lo habría provocado. Y en el siglo cuarto o quinto se habría ido al desierto egipcio a vivir treinta años de raíces, éxtasis y visiones. Es esa clase de personas que se desviven por que alguien las torture, y si no consiguen el martirio son bien capaces de tirarse por la ventana.
Cuando queda demostrado que Advotia Romanovna (Dunia Raskolnikov) no podrá matarlo (aunque el deseo de hacerlo sea más desesperado que el de él por ella), Svidrigáilov "se marcha a América": se suicida. Como la de Stavroguin en Los demonios, la libertad de Svidrigáilov es absoluta y también absolutamente aterradora. Aunque Raskolnikov nunca se arrepiente, en el epílogo se quiebra y cede a la santidad de Sonia. Pero es Svidrigáilov, no Raskolnikov, quien escapa de la feroz ideología dostoievskiana y se diría que escapa del libro. Aunque nadie quiera escribirlo en las paredes del metro, bien puede ocurrir que el lector llegue a murmurar: "Svidrigáilov vive".
20/3/09
Cambio de sesión
Por otra parte, llevaremos a cabo el comentario de la ¿novela? de Philip Roth, por lo que si alguien ha tenido dificultades para localizarla, nos pondremos manos a la obra para que todos podamos haberla trabajado antes del miércoles.
Allí nos vemos.
6/3/09
Suma y sigue
Sobre Philip Roth existen mil y un sitios en internet, e incluso una de las últimas obras publicadas en Modadori es una compilación de entrevistas, ensayos y artículos de/sobre él: Lecturas de mí mismo.
Por cierto, en La Razón de ayer jueves 5 de marzo aparecía una amplia entrevista a este autor a raíz de su última publicación en España (Indignación, en Mondadori) y de sus proyectos inmediatos. Os la copio a continuación:
«Un escritor no se jubila, se vuelve loco»
Dónde está la gran biblioteca de un escritor como Philip Roth, (Newark, 1933). En su apartamento del Upper West Side apenas tiene libros. Hay una pila con una decena de volúmenes sobre la poliomelitis y en una estantería del salón se ven algunos más. A la izquierda, en una mesa baja de cristal, hay varios ejemplares de historia y un catálogo del Metropolitan Museum de Nueva York. A la derecha, hay una puerta abierta que deja ver parte de una cama con un edredón blanco. Todo está limpio y hay mucha luz. Y, efectivamente, me acaba de sorprender cotilleando. Sonríe. Y explica que «vamos a hacer la entrevista aquí (por la mesa baja)». Nos sentamos frente a frente. Philip Roth está descalzo. Lleva calcetines oscuros con las puntas de colores. Y se pasa toda la entrevista jugando con los pies: los pone y quita en el filo del borde de la mesa mientras habla de por qué empezó a escribir, sus casi 30 novelas, sus premios, su último libro, «Indignation», la sociedad estadounidense, el presidente Barack Obama y su casa de Connecticut. Es ahí, por cierto, donde vive realmente y donde también están sus libros.
Una de las cosas que le preocupan es cómo se van a traducir en español los títulos de sus dos próximos trabajos. Habla despacio. No tiene nada que demostrar y poco que ocultar. Eso sí, reconoce que cuando está en Nueva York se refugia en su apartamento de Manhattan. «Indignación» (Mondadori) narra la historia de un joven, a principios de los 50, en los años en los que estalla la guerra de Corea, que decide irse a estudiar lejos de sus padres. «Nunca voy más abajo de la calle 72». A esa altura, el ajetreo empieza a hacerse dueño de este barrio que tradicionalmente ha sido refugio de escritores, actores, músicos y artistas. Con el tiempo, la mayoría ha terminado en Brooklyn, huyendo de los altos precios y la sensación de que cada vez esta zona se parece más a un parque temático», confiesa.
–Éste es el primer libro después de haber escrito el último sobre su alter ego en la ficción, Nathan Zuckerman –que en español se tradujo como «Sale el espectro»–. ¿Cómo ha sido?
–Zuckerman ha rondado por aquí durante 30 años, pero no en cada uno de los libros que he escrito. Una de las cosas que me alegran de haber terminado con él es que ya no me puedo meter dentro de su biografía. Llegó a su final, a su correcto final. Y con «Indignación» tenemos a un joven. Ahora tengo dos libros nuevos con distintos personajes.
–¿Podría adelantar algo de estos proyectos, «The Humbling» (previsto para este otoño en EE UU) y «Nemesis» (el próximo año)?
–¿Cómo se va a traducir «humbling» en español? Porque no significa lo mismo que humillación. En inglés es cuando algo te derrota. Y creo que mi editor en español va a tener que trabajar en ello. Trata sobre un actor muy conocido que descubre que no puede interpretar más. «Nemesis» creo que en español es igual. El personaje es un profesor que está al cargo de las actividades de recreo de los niños de un colegio en 1944, cuando empezó la epidemia de la polio, enfermedad que tuve en ese año. Estos niños son víctimas de este mal. Es muy duro.
–¿Fue complejo a sus 75 años meterse en la piel de un joven, como el protagonista de «Indignación»?
–No. Lo difícil es conectar con el personaje. Eso es un regalo.
–¿Y qué ocurre cuando esta conexión no se produce?
–Bueno, uno se sienta a llorar (ríe). Entonces, se tiene un mal día, una semana o un mes, y se acaba escribiendo un mal libro. Los buenos escritores no escriben al mismo nivel siempre. No se hace todo en el primer borrador, luego llega el segundo, el tercero y el cuarto. Entonces, el personaje empieza a aclararse. Y comienzas a hacerlos más grandes y a saber quiénes son.
–¿Se le ha rebelado algún personaje? ¿Sabía qué le iba a ocurrir a Marcus?
–(Reflexiona). La verdad es que no lo sabía cuando empecé a redactar. En realidad, no sé mucho cuando comienzo. Escribo la primera página y si está bien, fantástico. No me preocupo de todo. Lo que ocurre es que un párrafo te lleva al siguiente.
–Marcus es un joven como el Neil de «Goodbye Columbus» (1959), su primera novela. ¿Es un tributo?
–No, y la verdad es que mi primer libro está tan lejano que ni siquiera lo recuerdo ya.
–Para «Indignación», situado en la guerra de Corea, leyó diez libros sobre la contienda. ¿Cómo prepara las novelas?
–Generalmente leemos libros para recibir información de lo que sucede en la sociedad, pero no hay nada para crear un personaje. Esa es la razón por la que escribes. Es entonces cuando se crea un personaje. Sabes qué tipo de personas son y les haces comportarse de una determinada manera.
–Marcus es de origen judío, como usted, pero no practicante. ¿En la actualidad, qué función considera que debe tener la religión en nuestras vidas?
–Bueno, no tiene ninguna en la mía. Estoy muy contento de vivir en una sociedad secular. No encuentro que la vida sea más difícil por no tener ninguna creencia. No entiendo a los creyentes. Para mí, no tiene sentido.
–¿Por qué considera que las personas en esta nación son más religiosas que antes?
–Probablemente, es una reacción social. ¿A qué? Podría ser a la modernidad. Nuestra historia se ha hecho a partir de continuos cambios. Lo hace cada cinco años. No sólo debido al presidente (su mandato es cada cuatro años), también industrialmente, tecnológicamente, culturalmente, políticamente. Y a la gente le dan miedo esos cambios.
–Usted ha escrito más sobre Estados Unidos que muchos presidentes de este país en sus discursos. ¿Cuál es su previsión de futuro?
–No lo sé. Si lo supiera trabajaría en el Gobierno (sonríe). Escribo sobre Estados Unidos porque es mi país y es de lo que sé más.
22/2/09
Avance Dostoievski
Para ir abriendo boca, os pongo aquí un enlace donde facilitan una amplia biografía de don Fedor (léase Fiódor) y un enlace para descargarse el libro,
http://unlibroalasemana.blogspot.com/2005/11/crimen-y-castigo.html
así como la enjundiosa reseña con que, como habitualmente, nos regalan en el interesante blog/web solodelibros.com:
http://www.solodelibros.es/11/02/2009/crimen-y-castigo-fiodor-m-dostoievski/.
21/2/09
Próxima lectura: La tregua
La repercusión de la obra de Benedetti es inabarcable. La red ofrece millones de sitios dedicados a glosarla. Por ello, sólo os pongo el enlace a la editorial que lo acaba de reeditar:
http://www.alfaguara.santillana.es/libro/la-tregua/1358/
y a la página de autor de la nunca bastante ponderada biblioteca virtual Miguel de Cervantes:
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/mbenedetti/index.shtml
donde podréis encontrar no sólo información sobre el autor, sino documentos escritos y audiovisuales muy interesantes.
Por si acaso alguien no puede encontrar el texto, en esta página os podéis descargr el pdf:
http://www.latertuliadelagranja.com/biblioteca/Benedetti,%20Mario%20-%20La%20tregua.pdf
Buena lectura.
Breve conclusión sobre El lector
Por ello, esta lectura ha sido una muy enriquecedora revisión de las distintas posturas ante un texto y una nueva oportunidad de comprobar que la lectura es un hecho absolutamente personal que se enriquece al ponerlo en común en el club. A ello se suma la adaptación cinematográfica, que a pesar de ciertas valoraciones poco ponderativas que está recibiendo, sin embargo parece haber contado con una mejor valoración por nuestra parte. No en vano, el desarrollo de los personajes y la sugerencia con que está tratada especialmente la primera parte de la historia consiguen completar y dotar de sensibilidad lo que en la novela parecía excesivamente artificial.
Además, os inserto aquí una crítica que ha localizado Esperanza, tan activa como siempre, para mantener vivo el debate:
El viernes, el crítico de cine Andrés Arconada dijo sobre la película de "El lector" que era muy aburrida ,una película romántica que es una historia totalmente increíble, desde el protagonista joven y adulto que no se parecen en la forma de hacer, ni en el paso del tiempo.Kate, está bien porque hace su papel de mujer concentrada ,que esconde algo y que sufre continuamente, no hace otros registros. Finalmente, dijo: "Es una película aburrida que no está funcionando."
Esperemos que próximas lecturas sean tan productivas como ésta.
6/2/09
El lector
Uno de los peores es ‘El Lector’ de Bernhard Schlink. La novela que sigue el romance entre un joven adolescente y una inculta que estuvo en las SS carece de sensibilidad o de otro interés que no sea el del sensacionalismo: encontrarán tópicos perfectamente cultos (el profesor que fue despedido por enseñar a Spinoza, la inculta como símbolo de la falta de conciencia) y perfectamente vacuos, carentes de una cierta perspectiva moral. Schlink, otrora autor de novela de detectives hardboiled, carece de la poesía de un Günter Grass y la revisitación (en formato de best seller) del Holocausto/el nazismo confirma tanto la fascinación del Mal presente, como el negocio editorial perfectamente hecho a través de la culpabilidad y el morbo euorpeos. La literatura es responsabilidad y conviene recordar lo que dijo George Steiner a propósito del nazismo: era una cultura, señalaba el pensador, evidentemente escrita y por eso mismo destruyó cualquier atisbo (también escrito) de diferencia. El exilio de los autores, Thomas Mann et al, era justo eso: la demostración de uan lengua contaminada, triste, nunca más inocente, al servicio del mal. El triunfo del nazismo fue también un triunfo del lenguaje. La literatura de Grass, aseguraba Steiner, debía entenderse de este modo: como un modo de narrar post-contaminado.
23/1/09
Cajón de sastre
Como curiosidad, en el siguiente enlace podéis escuchar un fragmento leído de la novela original:http://www.evene.fr/livres/pop_extrait_audio.php?id=1029
Con ello, conseguimos un doble objetivo: volver a la lectura de actualidad con una relativamente reciente publicación, y además hacer una breve visita al campo de la novela con poso policíaco, aunque no pertenezca plenamente al género negro. Además, enlaza muy bien con nuestra lectura de Poe, padre como sabéis de las aventuras detectivescas gracias al amigo Auguste Dupin.
Por otra parte, os incluyo los enlaces a los textos sobre Poe aparecidos en la prensa para quienes no pudisteis acudir a la última sesión:
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/24599/La_verdad_sobre_el_caso_Poe
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/24600/Pionero_del_relato_moderno/
Asimismo, os dejo el enlace al programa de RTVE "Página2", que como os comenté entrevistó a la autora de una de las novelas recomendadas la semana anterior, La casa de los conejos de Laura Alcoba. En esta página también podéis ver el programa completo:
http://pagina2.rtve.es/
14/1/09
Dos clásicos en Acantilado
Mauricio Wiesenthal
Si os apetece conocer un poco mejor a este curioso autor, podéis visitar su página web http://www.mauriciowiesenthal.com/ , o bien ver en la televisión digital o en "a la carta" el programa que el domingo dedicarán a entrevistarlo en Canal Sur 2, "El público lee" (que ya nos recomendó Carmen en alguna ocasión).
POE
En clase recuperaremos alguno de estos relatos, de una modernidad desconcertante y que aún provocan en el lector un escalofrío, no tanto por el misterio que los envuelve como por la perfección y poesía con que fueron escritos. Por cierto, en Madrid este sábado tendrá lugar una lectura de sus cuentos en la librería Tres Rosas Amarillas (c/ Vicente Ferrer).
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=578254&idseccio_PK=1013&h=
Primavera de libros
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