Esta experiencia nos va a servir para recuperar un texto archiconocido y pasto de numerosos clubs de lectura, en el cual hallaremos un lazo de continuidad con la historia de Brodeck. Se trata de El lector, de BErnhard Schlink. Estamos más cinematográficos que nunca este año, y nos servirá esta lectura para valorar la película que acaban de estrenar.
Por cierto, aunque está la novela en todas las librerías, si pasáis por la página www.katewinslet.es podéis descargaros gratuitamente esta novela, lo que me resulta francamente insólito...
Y para sembrar de polémica la lectura, os adjunto una crítica que he encontrado en un blog (www.leergratis.com/otros/el-prestige-y-el-postin.html) y que propone una de las pocos opiniones negativas sobre esta novela... Espero que no os condicione.
Este año los Oscar regresan también mirando a los libros y con ello suculentas reediciones de bolsillo, ideal para el lector que quiera observar las relaciones entre cine y literatura, y también la dudosa calidad de muchos materiales previos.
Uno de los peores es ‘El Lector’ de Bernhard Schlink. La novela que sigue el romance entre un joven adolescente y una inculta que estuvo en las SS carece de sensibilidad o de otro interés que no sea el del sensacionalismo: encontrarán tópicos perfectamente cultos (el profesor que fue despedido por enseñar a Spinoza, la inculta como símbolo de la falta de conciencia) y perfectamente vacuos, carentes de una cierta perspectiva moral. Schlink, otrora autor de novela de detectives hardboiled, carece de la poesía de un Günter Grass y la revisitación (en formato de best seller) del Holocausto/el nazismo confirma tanto la fascinación del Mal presente, como el negocio editorial perfectamente hecho a través de la culpabilidad y el morbo euorpeos. La literatura es responsabilidad y conviene recordar lo que dijo George Steiner a propósito del nazismo: era una cultura, señalaba el pensador, evidentemente escrita y por eso mismo destruyó cualquier atisbo (también escrito) de diferencia. El exilio de los autores, Thomas Mann et al, era justo eso: la demostración de uan lengua contaminada, triste, nunca más inocente, al servicio del mal. El triunfo del nazismo fue también un triunfo del lenguaje. La literatura de Grass, aseguraba Steiner, debía entenderse de este modo: como un modo de narrar post-contaminado.
Uno de los peores es ‘El Lector’ de Bernhard Schlink. La novela que sigue el romance entre un joven adolescente y una inculta que estuvo en las SS carece de sensibilidad o de otro interés que no sea el del sensacionalismo: encontrarán tópicos perfectamente cultos (el profesor que fue despedido por enseñar a Spinoza, la inculta como símbolo de la falta de conciencia) y perfectamente vacuos, carentes de una cierta perspectiva moral. Schlink, otrora autor de novela de detectives hardboiled, carece de la poesía de un Günter Grass y la revisitación (en formato de best seller) del Holocausto/el nazismo confirma tanto la fascinación del Mal presente, como el negocio editorial perfectamente hecho a través de la culpabilidad y el morbo euorpeos. La literatura es responsabilidad y conviene recordar lo que dijo George Steiner a propósito del nazismo: era una cultura, señalaba el pensador, evidentemente escrita y por eso mismo destruyó cualquier atisbo (también escrito) de diferencia. El exilio de los autores, Thomas Mann et al, era justo eso: la demostración de uan lengua contaminada, triste, nunca más inocente, al servicio del mal. El triunfo del nazismo fue también un triunfo del lenguaje. La literatura de Grass, aseguraba Steiner, debía entenderse de este modo: como un modo de narrar post-contaminado.
1 comentario:
Perdonarme que me inmiscuya en vuestro presente ya que yo, vengo del pasado, pero es que estoy muy de acuerdo con la critica que disiente de la opinion general acerca de la novela "el lector", cayo en mis manos por casualidad y me ha parecido de una vacuidad alarmante, soporifera , vaya, una novela increible en el peor sentido del termino.
Sin embargo y por las mismas razones seguro que la pelicula se deja ver...
Saludos mil para todos.
Teresa Caro
Mi teclado no me deja poner acentos, perdonarme.
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