Ya podéis guardar vuestros troyanos y worms: aquí va el segundo de los encargos que quedó pendiente el jueves, cual es el de proporcionar algunos nombres y títulos relevantes de la literatura árabe.
Por si no acudisteis, el libro de lectura planteado para dentro de dos semanas -debido al puente del primero de mayo- es Madame Bovary, de Flaubert, que de novela de fondo pasa a ser novela de comentario aprovechando el tiempo de que dispondremos estos días. Al fin saldamos una cuenta pendiente con este eterno candidato, para ver si verdaderamente Madame Bovary fue Flaubert.
Sin embargo, se barajó muy seriamente la posibilidad de que leyésemos alguna obra de procedencia árabe, con la sana voluntad de hacer el viaje que la literatura nos permite. Y para ello, os remito a un artículo publicado meses ha en el Babelia por Miguel Bayón, cuyo texto os reproduzco a continuación. Además, en el mismo suplemento apareció un reportaje de Javier Martín, en el que destacaba, entre otras, tres figuras de la literatura egipcia contemporánea al calor de la edición de la exitosa El edificio Yacobián, de Al Aswany: éste mismo, el nobel Naguib Mahfuz y Sonallah Ibrahim. Podéis encontrar este artículo en
http://www.elpais.com/articulo/semana/boom/novela/arabe/elpepuculbab/20071117elpbabese_3/Tes/Narrativa. Naguib Mahfuz (El Cairo, 1911- 2006). Premio Nobel en 1988, el mejor narrador árabe desde Las mil y una noches. Su obra es una ingente producción de relatos, estampas, artículos y, sobre todo, una panoplia novelística que le equipara con Tolstói: desde novelones ambientados sutilmente en épocas faraónicas a retratos corales contemporáneos como la trilogía Entre dos palacios, Palacio del deseo y La azucarera, además de cumbres como Hijos de nuestro barrio (Martínez Roca, 2006). Mohamed Chukri (Marruecos, 1935-2003) lanzó el grito más desgarrador sobre la miseria y su voracidad: El pan desnudo (Debate, 1998). Tayeb Saleh (Sudán, 1929) es un ejemplo de estilo invisible, al servicio de temas silenciados. Su Época de emigración al norte (Huerga & Fierro, 1998) sigue insuperada. Ibrahim Aslán (Tanta, Egipto, 1935) es autor de Turno de noche (Trea, 2007), con personajes opacos, ínfimos, al borde siempre del fracaso. Una prosa hermana de Chéjov o Carver. Yusuf Idrís, egipcio (1927-1991). Basta con su libro de cuentos Una cuestión de honor (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2003) para que el delta del Nilo, sus gentes, sus frustraciones y su solidaridad, quede como territorio literario.
Autobiografía. Taha Husayn, egipcio (1889-1923), es precursor de un género, a medias memorias y novela. Los días es modelo de agudeza, piedad y lucidez. Recomendable la traducción de Emilio García Gómez en el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos (2002). Nawal al Saadawi (Kafir Tahla, Egipto, 1932) ha sido decisiva con sus ensayos para la liberación de la mujer, como con La cara oculta de Eva, pero su relato autobiográfico Memorias de una doctora (Lumen) explica mejor que cualquier tesis las dificultades de crecer en una atmósfera urdida por y para los hombres. Abderramán Munif (Ammán, 1933) expone en Al este del Mediterráneo (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2001) el precio de buscar la libertad. Cariño y humor rezuman de sus recuerdos de infancia en Jordania (Memoria de una ciudad, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1996). Su gran obra narrativa es Ciudades de sal, pentalogía cuyo primer libro ha aparecido este año en Belacqva. Fátima Mernissi (Fez, 1940) ha escrito una gran autobiografía, Sueños en el umbral (El Aleph, 2002), sobre la cotidianidad de las mujeres musulmanas.
Ensayo. Ibn Arabi (Murcia, 1165-Damasco, 1241) es acaso, con Rumi, la voz que mejor transmite la tolerancia del islam. Una muestra es Las iluminaciones de La Meca (Siruela, 1996).
Viajes. Ibn Batuta (1304-1377), tangerino, llevó a la cumbre el género entendido a la vez como relato, testimonio y acopio de leyendas. Se ha vuelto a editar su Rihla, con el título de A través del islam (Alianza, 2005), traducción de Serafín Fanjul y Federico Arbós.
Poesía. Ibn Guzmán (Córdoba, 1078- 1160) encarna en su Cancionero la altura y delicadeza de la lírica andalusí (Hiperión, 1996). Adonis (Siria, 1930). Voz de mil y un tonos, siempre sorprendente, siempre libre. Éste es mi nombre (Alianza, 2006).
Autobiografía. Taha Husayn, egipcio (1889-1923), es precursor de un género, a medias memorias y novela. Los días es modelo de agudeza, piedad y lucidez. Recomendable la traducción de Emilio García Gómez en el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos (2002). Nawal al Saadawi (Kafir Tahla, Egipto, 1932) ha sido decisiva con sus ensayos para la liberación de la mujer, como con La cara oculta de Eva, pero su relato autobiográfico Memorias de una doctora (Lumen) explica mejor que cualquier tesis las dificultades de crecer en una atmósfera urdida por y para los hombres. Abderramán Munif (Ammán, 1933) expone en Al este del Mediterráneo (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2001) el precio de buscar la libertad. Cariño y humor rezuman de sus recuerdos de infancia en Jordania (Memoria de una ciudad, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1996). Su gran obra narrativa es Ciudades de sal, pentalogía cuyo primer libro ha aparecido este año en Belacqva. Fátima Mernissi (Fez, 1940) ha escrito una gran autobiografía, Sueños en el umbral (El Aleph, 2002), sobre la cotidianidad de las mujeres musulmanas.
Ensayo. Ibn Arabi (Murcia, 1165-Damasco, 1241) es acaso, con Rumi, la voz que mejor transmite la tolerancia del islam. Una muestra es Las iluminaciones de La Meca (Siruela, 1996).
Viajes. Ibn Batuta (1304-1377), tangerino, llevó a la cumbre el género entendido a la vez como relato, testimonio y acopio de leyendas. Se ha vuelto a editar su Rihla, con el título de A través del islam (Alianza, 2005), traducción de Serafín Fanjul y Federico Arbós.
Poesía. Ibn Guzmán (Córdoba, 1078- 1160) encarna en su Cancionero la altura y delicadeza de la lírica andalusí (Hiperión, 1996). Adonis (Siria, 1930). Voz de mil y un tonos, siempre sorprendente, siempre libre. Éste es mi nombre (Alianza, 2006).
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