22/4/07

Tamaro (y II)

A pesar de que la valoración de la obra de Tamaro Escucha mi corazón ha sido más bien negativa, no está de más hacer un pequeño balance de la misma, para que conste y para tenerlo a mano:

-El aspecto que más lastra la novela es la intencionada proliferación de reflexiones filosóficas que, muchas veces, no alcanzan un mínimo de profundidad. La narradora en ocasiones parece caer en unas apreciaciones más propias de una mentalidad adolescente que de la mujer que es. ¿A qué se debe esto? ¿Es intencionada esta forma de pensamiento?
- La novela es la continuación de una obra anterior de la autora, pero parece que en este caso no ha cumplido las expectativas: si Va dove ti porta il cuore alcanzaba unas cotas de sensibilidad notable y la historia emocionaba por momentos, en esta ocasión no se ha resuelto la narración de igual manera. No obstante, la deuda es tan explícita que el final de esta novela es el comienzo de la primera.
- A pesar de todo, existen algunos pasajes que demuestran la capacidad de la autora: por ejemplo, el retrato inicial de la enfermedad de la anciana resulta más veraz, más sentido, que el resto de la novela. Esto también condiciona la lectura, puesto que después de ese capítulo inicial no consigue la historia remontar el vuelo sobre los mimbres que se supone deberían darle empaque.
- El retrato de los personajes adolece de un esquematismo y de unos tópicos que resultan no sólo manidos, sino incluso parodias de lo que podrían ser. El padre de la narradora, por ejemplo, se nos revela como un ser plano, fatuo, y muy poco creíble, a pesar de que la autora confiesa que su inspiración fue su propio padre.
- El peso de la novela recae en su ideología hasta convertirse en una novela de tesis: el aborto, la duda sobre el sentido de la vida, la existencia de una vida ultraterrena, la responsabilidad sobre los actos transmiten en gran medida las preocupaciones que la autora ha ido esbozando aquí y allá a lo largo de su obra. La unidad de religiones que plantea al final ha desconcertado a quienes han visto cómo Tamaro se decantaba cada vez más por un pensamiento cristiano.
- La novela trata, en cierto modo, de desmontar las ideas liberales surgidas al amparo de los acontecimientos de 1968, a los que ella remite y que considera que se han manifestado no tan positivos como en principio se había pretendido; entre ellos, la liberación femenina se descubre como una de las conquistas con unas consecuencias que trata de valorar en la novela.
-Una imagen recurrente –para algunos, cargante- es la de la identificación con elementos de la naturaleza: los árboles, los paisajes, los animales… La autora confiesa que algunas de estas metáforas son una forma de manifestar los estragos del siglo XX.
-Incluso, hallamos notables coincidencias entre las actitudes y opiniones de los personajes y algunas historias autobiográficas y textos ensayísticos que ya habíamos leído de Susanna Tamaro.

No hay comentarios:

Primavera de libros

La sesión del pasado jueves nos llevó, como en otras ocasiones, a un final abierto: dado que hemos visto que la novela de O’Callaghan evoluc...