17/2/08

De Coetzee y Marías (más una recomendación)

Para quienes no pudisteis acudir a la sesión del jueves, puesto que San Valentín hizo estragos en nuestras filas, os comento brevemente que terminamos con los comentarios sobre la lectura de Pedro Páramo-antes del jueves estarán aquí puestas algunas valoraciones generales sobre la novela de Rulfo- , y que acordamos comenzar la lectura del libro de Coetzee, que hemos pospuesto para este jueves. Como ya hemos avanzado, esta lectura habrá de dar paso a una lectura de carácter más amable, dada la densidad de lo que venimos trabajando últimamente, y todo apunta a que de nuevo se trate de un clásico. Como siempre, son bienvenidas las propuestas.
En cuanto a la cita oscura de Javier Marías que aparece en la contraportada, como imaginábamos, está un tanto descontextualizada. Pertenece al Fallo del primer premio "Reino de Redonda", ya sabéis, el reino literario del que Javier Marías es señor absoluto, que recayó en Coetzee. Al valorar sus obras, dice el fallo:
"Desde los años sesenta, en que se sirvió de un ordenador Univac 1106 para estudiar la prosa de Samuel Beckett, J M Coetzee ha sido un arriesgado explorador del lenguaje. Coetzee ha emprendido una obra de alta originalidad para liberar a la palabra de ataduras. El protagonista de una de sus novelas más premiadas, Esperando a los bárbaros, se somete a una antropología peculiar: es educado por enemigos cuyas costumbres desconoce. La literatura propone un pacto equivalente. Conocer a los otros significa, en cierta forma, desconocernos, relativizar aquello que dábamos por sabido. Las novelas luminosas y desconcertantes de J M Coetzee revelan que la verdad es siempre extranjera".

Por tanto, como suponíamos, se refería Marías a la capacidad del autor de reflejar el alma del otro, a menudo desconocido (extranjero), pero en el que aprendemos las verdades básicas al enajenarnos, al alienarnos de nosotros mismos mediante la literatura. Así, podemos aprender de los otros, de las vidas que leemos, y Coetzee sería el que nos muestra esa verdad.

Por mi parte, aunque pensaba comentarlo en clase, debo confesaros que me ha subyugado la novela de Ian McEwan, Chesil Beach, que se lee en un pis pás (si me perdonáis la expresión) pero que, en el momento en que se entremezcla lo que les sucede a los personajes con nuestras propias vivencias y creencias, se convierte en un texto que queda resonando después de leído. Con ello, quiero borrar una falsa percepción que os transmití a la que lleva la solapa, y es la de que sea una novela "sucia". Al revés, se trata de una reflexión moral, fenomenalmente escrita, y que puede dar mucho juego, al menos a nivel personal, a pesar del regusto amargo que deja.


Si tenéis la oportunidad, no la dejéis escapar.




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