A principios de este año que empieza a sonar a despedida, comentamos con cierto entusiasmo la aparición de la novela de un autor desconocido, Jesús Carrasco, que nos había seducido: La intemperie (Seix Barral). Poco a poco, vimos la avalancha de críticas encomiásticas que la emparentaban con grandes nombres de la literatura, pero seguíamos pensando en la tremenda historia del muchacho protagonista y en la cuidada prosa del narrador. Pues bien, la semana pasada esta novela fue merecedora del Premio Libro del Año que concede la Asociación de Libreros. La buena literatura, por suerte, sigue hallando un espacio para desarrollase y ser apreciada.
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