2/9/08

Declaración de intenciones

Lo reconozco. Uno de los defectos más flagrantes de este club es que el interfecto que lo gestiona es un hombre sin atributos (entiéndase a la manera musiliana ;)). Vamos, que es manifiesta la incapacidad para imponer una lectura común por el temor a desagradar paladares tan selectos pero divergentes como los nuestros. Así que, para que vayamos advertidos y para que nadie se llame a engaño, os adelanto que este curso, aunque seguramente sucederá como siempre, intentaremos cubrir flancos no trabajados y propondremos lecturas que compaginarán lo más nuevo con los clásicos más sobados, las obras más distendidas junto con retos lectores para estómagos curtidos. Así, por ejemplo, puede leerse desde el nuevo libro de Antonio Gala (en breve en las librerías) hasta cualquier ejemplo de literatura escandinava o árabe.
Eso sí: el problema del ritmo de lectura es de los más delicados. Habremos de llegar a un acuerdo para ello, aunque no parece mala idea que las obras comentadas no excedan de las trescientas páginas, y que el tiempo dedicado a cada una de ellas, dependiendo de lo que den de sí, sea de dos a tres semanas. Y, como complemento, habrá una serie de lecturas de fondo, como la que propusimos de La Montaña Mágica, para quienes dispongan de tiempo y ganas.
Por ello, y mientras vamos trazando líneas que dirimiremos (o no) y discutiremos, os iré dejando aquí algunos títulos de obras susceptibles de lectura compartida que, en cualquier caso, pueden ser lecturas interesantes para alguien al margen de lo que luego trabajemos.
Por supuesto, esta confesión pública tiene el ánimo de que planteéis todos los cambios y mejoras que se os ocurran y que podríamos llevar adelante. Si no podemos satisfacer a todos, al menos que nadie se sienta defraudado o decepcionado, pues el propósito siempre es pasar un buen rato con (la excusa de) los libros.

Rentrée para iniciados

Agosto ha sido un mes de sequía; al menos, por aquí, pareja a la de las editoriales que paraban máquinas o que las ponían a punto para el aluvión que se otea en el horizonte. Mientras, hemos podido disfrutar de un merecido receso de novedades y propuestas para echar la vista atrás y recuperar lo que se nos quedó en el camino. Pero llega septiembre, y con él un nuevo curso cuyo pistoletazo de salida ya nos asalta desde las librerías. Paul Auster, se llama. Viejo conocido, escrupulosamente leído y que nos ofrece una vuelta de tuerca más en su mundo personal, definitivamente hortus clausus en el que sólo cobrarán buenos frutos quienes sean rendidos devotos de su obra. Cómo no, Herralde aduce unas citas en la contraportada de Un hombre en la oscuridad que la sitúan en las cimas de su ya encumbrada trayectoria. Sin embargo, apenas si encontraremos nada nuevo o sorprendente en una novela discreta y que se suma, sin desdoro pero sin brillantez, a su dilatada producción. En fin, es Auster, y no es poco.
Al tiempo, cae por nuestras manos la última novela de un autor que años ha anunció su deslinde de este género narrativo: Juan Goytisolo. Pues bien, aquí tenemos un nuevo artefacto de este escritor, cuyo lazo de parentesco con Auster, si se permite una comparación tan desigual, es la de que se trata de una novela para goytisolianos. El exiliado de aquí y alla nos suena y nos retrotrae no sólo a Paisajes después de la batalla, cuyo personaje protagonista vuelve a las andadas en la nueva entrega, sino a reflexiones sobre el regreso del más allá que encontrábamos en La cuarentena y a una interpetación de la sociedad moderna y un tono cómplice con el lector con que recuperaremos muchos de los leitmotivs de este autor.
Nihil nouum...

Eso sí: preparemos un hueco más en la estantería, que la que se avecina -perdón por trivializar con temas tan serios- es émula de los huracanes caribeños. Que nos cojan confesados.

Primavera de libros

La sesión del pasado jueves nos llevó, como en otras ocasiones, a un final abierto: dado que hemos visto que la novela de O’Callaghan evoluc...