¿Os imagináis a Banville, el autor de nuestra lectura
EL mar, entregado a la novela detectivesca y sacrificando parte de su estilo y de sus digresiones en favor de un mayor dinamismo y de más

peripecia narrativa? Pues eso es lo que propone la novela de Benjamin Black, heterónimo de Banville,
El secreto de Christine. Lo edita Alfaguara, y bajo este nombre no se ocultan algunas de las cualidades que ya hemos trabajado en Banville: densidad, cierta complejidad estilística, voluntad por crear sensaciones... Pero ahora se sitúa en primer plano una intriga sobre una red de tráfico de niños en un orfanato de los años 50, y que tiene como telón de fondo los subterfugios y tejemanejes de la iglesia católica irlandesa de la época. Quirke, un patólogo de poco recomendable catadura, será el encargado de desenmarañar la historia que lleva a un niño de Irlanda a América.
Por cierto: Banville y su modestia. Ante las preguntas sobre las diferencias entre esta obra y las firmadas con su nombre, no tiene reparos en contestar que "tengo toda la intención de que Benjamin Black -este año o el siguiente- gane el Booker Prize. Para Banville dejaré que le den el Nobel."
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