Beso: La quería tanto que, al separarse de ella, tras besarla, se quedaron enganchados los labios de su amada a los suyos con unos cachos de mantilla y de mejilla. ¡Qué maravilla!
Término medio: Demasiado perverso para vivir supeditado al azar y demasiado bueno para necesitar un redentor.
Arrabalomanía: Obsesión, casi siempre positiva, de aquellos que consideran que, trenzada a mi obra, mi vida se alza como instalación poética [...]
El confesor anarquista se lamenta: "¡Qué tiempos!: muchos son los pecados... pero ¡cuán pocos los cometidos!".
El cero pone en tela de juicio mis infinitos como la pornografía mis pecados.
Y, a propósito de cero, este es uno de los personajes que junto con Infinito acompañan,
aconsejan y condicionan al protagonista de la última "novela" publicada de Arrabal, Como un paraíso de locos (Bruguera, 2007), que no podía ser otro que el propio Arrabal. En una suerte de autobiografía hecha de retazos, cuenta su vida desde el condicionamiento de la Inclusa y lo aprendido allí y en la Escuela Ortogénica, condicionado por el General, por la señora y por la joven Lilibeth, quien le confiesa su amor y con quien entabla diálogos "patafísicos". Inútil sería buscar en Arrabal una novela convencional: pequeños capítulos en que lo que prima es el estilo, la boutade, la lógica deshecha, el autopsicoanálisis, etc. Un monumento a la locura, ya presente desde la parodia del Bosco de la portada. Un perfecto ejemplo de lo que este autor es capaz de dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario